INTRODUCCIÓN

Para cualquier acción política exterior es necesario reforzar la unión política europea y la acción política común. La acción individual ha perdido sentido y cada vez tiene más sentido para los pueblos europeos la actuación dentro de una política común.

En estos momentos de incertidumbre e impass es necesario replantearse qué es Europa; abrir el debate sobre su identidad frente a los otros bloques políticos y sus ciudadanos. El debate sobre la identidad proporciona credibilidad a las instituciones europeas y asegura los objetivos de servicio a los ciudadanos, que es el principal fin por el que se creó la UE.

Este debate sobre identidad fue hurtado en el prólogo del Proyecto de Constitución y la consecuencia de esta inhibición ha sido el parón del proceso constituyente.

El debate sobre identidad debe ir acompañado de un esfuerzo de reafirmación sobre el modelo social europeo. Este modelo social que refuerza el papel de la persona como individuo y como colectividad; de la persona humana y sus derechos; la educación, la asistencia social, la protección y el desarrollo del empleo, la garantía del hogar, la atención sanitaria, la defensa y protección jurídica, el respeto a las minorías culturales y la tolerancia religiosa.

Este modelo social que dinamiza a la sociedad europeo no es un invento, sino una conquista de la inteligencia, de los espíritus sensibles o tolerantes y del liderazgo político, del sufrimiento de los miles de ciudadanos europeos que nos precedieron en la búsqueda de la libertad.

Está abierto el debate sobre multiculturalidad, pero todavía es reducido el diálogo intercultural interno; diálogo íntimamente ligado al acercamiento entre los propios pueblos de Europa, que es la ambición esencial de la construcción europea. Fomentar este diálogo tiene que ser una prioridad para que los europeos y todos lo que viven en la Unión Europea participen plena y activamente en la diversidad, enriquecidacon un mestizaje cada vez mayor y con los cambios y oportunidades que aporta la globalización.

La consolidación política de la UE precisa crear espacios comunes, donde se produzcan políticas comunes de carácter sectorial integradas y coordinadas por las instituciones de la Unión, fundamentalmente el Parlamento y la Comisión.


POLÍTICA ENERGÉTICA, EDUCACIÓN E I+D

Entre estos espacios es urgente crear el referido a la energía que se traduce en la elaboración de una política energética común para garantizar el suministro, interconexión de redes, promoción de energías renovables y abordar una respuesta a la energía nuclear. Además de establecer un sistema regulatorio común con instituciones reguladores propias de la UE por encima del tentador nacionalismo energético cada vez más influyente. Tal y como se ha visto en la cumbre de Lathi, la política energética condiciona la política exterior europea.

Otros espacios comunes de urgente creación son el de la tecnología y la educación superior universitaria. En este terreno es clave la creación del Instituto Europeo de Tecnología; primero, para evitar que la investigación y la ciencia continúen siendo barreras internas que impiden el desarrollo de un mercado único y consecuentemente del proyecto político común. Y en segundo lugar para impulsar la competitividad universitaria y que Europa pueda alcanzar posiciones relevantes en el llamado triángulo del conocimiento formado por la educación, la investigación y la innovación.

Se deben aprovechar los centros de excelencia científica y tecnológica existentes por toda Europa para alcanzar una masa activa de investigación y conocimiento competidora con otras áreas mundiales y para crear sinergias en materias de investigación que mejoren y amplíen los resultados. Garantizar un marco para la excelencia en el trabajo en los nuevos ámbitos interdisciplinarios que la ciencia y la tecnología están desarrollando y  dirigir las adaptaciones y los cambios en las organizaciones existentes.


INMIGRACIÓN

Abordar con transparencia la inmigración; la inmigración, como problema, es la pobreza como problema. La inmigración está relacionada con los diferenciales de pobreza. El desarrollo permite estabilizar a las poblaciones. La causa de la llegada de los miles de inmigrantes no es la regularización sino la existencia de altos porcentajes de economía sumergida. La integración de extranjeros en la economía real y legal ha proporcionado beneficios a la política económica de los estados miembro. En España, en concreto, la creación de 900000 puestos de trabajo y el crecimiento de la población activa hasta alcanzar más del 50% de la población total.

El crecimiento de la población activa afecta al sistema público de pensiones. El Estado ha regularizado por la vía empresarial más inmigrantes que los que se han comunicado que llegan de forma ilegal. Y parece que el mercado laboral español mantiene una tendencia creciente a establecer convenios con países con potencial migratorio tanto regular como irregular en una previsión anual de 200000 personas.

No cabe otra solución que un esfuerzo común por la legalidad. Por establecer una legalidad común que debe ser el resultado por un pacto europeo en inmigración; pacto realizado superando prejuicios étnicos; estableciendo una colaboración con agentes políticos y sociales superando la espontaneidad; realizando estudios básicos de necesidades y capacidad de recepción. Sin legalidad no es posible la integración, y sin legalidad únicamente se fomenta la inmigración clandestina que acaba impidiendo la integración.

CONCLUSIÓN

Se debe recuperar, renovar e incluso revisar el espíritu que llevó al Proyecto de Constitución. Los que abogaron por le “no” se presentaron como impulsores de una Europa social, solidaria y ecológica. Las consecuencias del parón son sin embargo que hoy nos encontramos con una Europa en la que crece el nacionalismo económico, abunda la miopía política, se extiende el populismo xenófobo y se propone el rechazo a admitir nuevos miembros.

Paradójicamente, son los pueblos, regiones y naciones sin estado los principales usuarios, impulsores y dinamizadores de las instituciones europeas. Es porque están convencidos, de como decía Ortega, que “Europa es la solución”.